Después de un nutriente desayuno en el Starbucks acompañado del exclusivamente americano Frapuccino Thai Chi Latte nos dirigimos al famoso Rockefeller Centre para contemplar New York a nuestros pies. La inversión de 21 dólares mereció la pena y sirvió para hacernos una idea de la ciudad a la que nos íbamos a enfrentar en las próximas 48 horas.
Un largo paseo por la Fifth Avenue donde todas las mejores tiendas del mundo se reúnen y una visita a un Grand Central Station repleto de militares armados debido a la alerta naranja actual hicieron mella en nuestros estómagos por lo que nos dirigimos a Little Italy para disfrutar de una excelente Pizza Pepperoni y así poder retomar con fuerzas nuestra caminata hasta el Distrito Financiero de New York.
Detrás dejamos la inmensa huella del World Trade Centre, el bullicio de Wall Street, la estatua de George Washington y el popular torito al que tocamos las pelotillas para que nos deparara suerte en futuras inversiones, aventuras y demás por menores y así embarcarnos en el gratuito Staten Island Ferry y conocer personalmente a la señora Estatua de la Libertad que se alza majestuosa en frente de la Gran Manzana.
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