Monday 23 August 2010

21 de Agosto - San Diego

Nos despedimos de la ciudad de la avaricia y la lujuria dejando atrás un irónico cartel publicitario que dice “After you die, you will meet god”.

Tras cinco horas de carretera por tierras áridas llegamos a San Diego con la conciencia muy tranquila tras saber que todo aquel que pasa por Las Vegas esta libre de todo pecado, y tiene el beneplácito de dios.

California nos recibe con un clima bastante más agradable que el resto del país. Pasamos de los 40-45 grados centígrados diarios de Las Vegas a los 25 de San Diego, con un día soleado y brisa agradable. Por lo tanto, labor número del día, probar las aguas del mar Pacífico.

Inintencionadamente el GPS nos guía a las calas de la zona llamada La Jolla, zona pija de la ciudad donde muchos adinerados de la zona han construido sus casas veraniegas y donde es usual ver a focas salvajes subidas en rocas o incluso nadar entre bañistas. Como somos gente muy respetuosa con la fauna americana decidimos irnos a una cala cercana donde las torpes focas, que habitualmente no usan productos higiénicos, no impregnan el ambiente con su peculiar olor.

Las frías aguas y las enormes olas del Pacífico, que a más de uno nos hizo probar la arena; nos impidieron bañarnos durante más de 15 minutos consecutivos, pero por lo menos dimos comienzo a nuestra cata particular de playas californianas que tenemos planeada para los próximos 3-4 días hasta llegar a San Francisco.

Para pasar la noche, nos acercamos al centro urbano de San Diego, en el que tienes la impresión de estar en cualquiera de los pueblos turísticos del Mediterráneo. Edificios construidos por colonos españoles y multitud de restaurantes con terraza, donde pudimos disfrutar de una copa de helado de vainilla, nueces, chocolate fundido y nata y que más de una simpática americana que pasaba no se pudo resistir a probarla metiendo el dedo en nuestro preciado postre.

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